Lía Salvo, la polista elegida por Adolfo Cambiaso

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Aprendió a montar a los 4 años, taquea desde los 10 y hoy hará su debut en el 52° Abierto del Jockey Club en un equipo de lujo, junto a su mentor, Pablo McDonough y Juan Martín Nero.

Llega la primavera de la mano de una nueva temporada de polo en Argentina y las preguntas son siempre las mismas: ¿mantendrá su reinado La Dolfina o será destronado por Ellerstina? ¿Se agrandará aún más la leyenda de Adolfo Cambiaso o llegó la era de los Pieres? Salvo excepciones, el polo es de los deportes que menos renovación tuvo en las últimas dos décadas. Los títulos son disputados por los mismos y el resto de los equipos van mutando en algunos casos, pero los integrantes de las formaciones, globalmente, no difieren demasiado en el circuito más prestigioso a nivel mundial.

Pero en este deporte tan previsible como rentable a nivel profesional, hay noticias que sacuden las estructuras y despiertan interés. Como empezó a vislumbrarse el martes pasado, en la presentación del 52° Abierto del Jockey Club de San Isidro. Lía Salvo sonreía con el trofeo de campeón rodeada de hombres. Era el centro de atención y no es para menos: hoy a las 15 saldrá a la cancha y se convertirá en la primera mujer en la historia del polo argentino en jugar un torneo de semejante envergadura. Vestirá la remera de su club, pero tendrá tres acompañantes de lujo: Cambiaso, Pablo Mac Donough y Juan Martín Nero, todos de 10 de handicap. Juntos, competirán como La Dolfina – El Paso. Soñado.

«Es un sueño lo que estoy viviendo. Estoy todo el día pensando en eso, pero trato de relajarme y no enroscarme demasiado», cuenta Salvo a la nación, a horas de su debut en el tradicional certamen, con equipos de 29 a 36 goles de handicap. Su desembarco tiene sustento: a los 29 años, es la mejor polista argentina de la actualidad, una de las tres a nivel mundial con 9 goles en la clasificación femenina, y lidera una generación de jugadoras profesionales del polo. Su inclusión es un mensaje en sí mismo, en un deporte que lleva la etiqueta de ser «cosa de hombres».

Criada entre caballos en América, un pueblo pampeano de 12.000 habitantes, aprendió a montar a los 4 años y se subió con el taco a los 10, apenas tuvo fuerza para sostenerlo. Era la «mimada» en los partidos con familiares y amigos en las canchas del Namuncurá Polo Club. Siguió con la Copa de Potrillos, a los 12, y después fue considerada una de las promesas femeninas.

Jugó hasta los 15 con varones y más de una vez era vista como un bicho raro, pero nunca le dio importancia. Tampoco su familia: tanto su padre Héctor, ex polista, como su madre que acompañaron incondicionalmente a su hija menor en su sueño.

Luego de algunos años costéandose algunos gastos dando clases de equitación, Lía puede decir que es una jugadora profesional full time. Disputa torneos internacionales por Estados Unidos, Europa y Asia y es la única que tiene contratos con sponsors: La Martina (indumentaria deportiva), Jaeger-LeCoultre (relojes), Kia (automotriz) y, recientemente, Escorihuela Gascon (vinos). Y en la entrada de América hay una gigantografía suya junto al arquero Oscar Ustari y el jinete Fredy Gatica, los deportistas destacados del pueblo

Cambiaso, el padrino

«Antes (el polo) era bastante machista y lo sigo viendo así a los lugares que voy», dice, pero al mismo tiempo destaca la figura de Cambiaso: «Es de los tipos que más ha promovido a las mujeres». En 1997, durante sus primeros años de carrera, Adolfito ganó el Abierto de la República con Marianela Castagnola. Y hace unos meses se dio el gusto de jugar con su hija Mía, de 13 años, en la cancha 1 de Palermo, La Catedral.

Cambiaso abrió la puerta al desembarco de Lía en el Jockey, el que la propuso para integrar el equipo, que debutará ante Washington. «Ya le dije a Pelón (David Stirling) que empiece a agarrar taqueo porque lo bajan de la Triple Corona. Lo están viendo medio flojo, me están evaluando a mí», bromea sobre el número 2 de La Dolfina, el cuarto integrante del equipo de los 40 goles.

Jugar con el mejor jugador de la historia es un lujo de unos pocos. Lía se siente una privilegiada: «Es felicidad pura. Algunos hombres me dicen: ‘Estás jugando el Abierto que ni nosotros pudimos jugar y con Cambiaso». Yo trato de divertirme y escuchar. Es todo aprendizaje».

Su presencia es toda una novedad en el certamen. «Estamos preocupados por jugar contra una mujer. No queremos que nos gane», se sumó al juego Facundo Sola, figura del equipo rival. Ella no cae donde está. «Voy a ser todo nervios, pero cuando llegue al palenque, vea los caballos y los vea a ellos (sus compañeros), me va a dar muchísima tranquilidad y fuerza para salir con todo a la cancha», se imagina Salvo.

No sólo marca el camino dentro de la cancha. Con Cambiaso y el coach Milo Fernández Araujo ultiman detalles para lanzar un circuito internacional femenino donde se disputen etapas en distintos países. «No hay mejor parámetro que medirse con las de afuera», opina Salvo, que calcula una base de 450 jugadoras con hándicap y otras 300 sin federar.

Los últimos días repartió su tiempo entre prácticas y entrenamiento personalizado. La entendible diferencia física con los hombres y sus 2 goles de handicap ponen alta la vara. Ella, una jugadora «de cabeza fría y corazón caliente», no se achica: «Sé que puedo hacer un buen papel». ¿Por qué no soñar con jugar la Triple Corona, donde juegan los mejores del mundo? Ella se lo toma relajada: «Lo veo muy lejano. Sin embargo, jugar este torneo no era una opción en mi vida. ¡No sé qué pensar ya!».

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