Enorme Adolfo Cambiaso y todoterreno: Sigue ganando títulos y haciendo más historia

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El mejor polista del mundo logró, por segunda vez, la Triple Corona de los Estados Unidos: con su equipo, Valiente, derrotó 13-12 a Facundo y Pablo Pieres, dos de sus principales adversarios de Ellerstina en nuestro país.

Cuando muchos a los 42 años pueden estar pensando seriamente en retirarse, Adolfo Cambiaso va a contramano de lo previsible, aferrado a su ADN ganador. Desde su primer Abierto de Palermo, el máximo certamen mundial del polo, en 1992, cuando tenía apenas 17 años, siempre apuntó a la gloria. Y nada lo detuvo. Ni en la Argentina ni en el exterior, donde juega profesionalmente entre febrero y agosto, repartiéndose entre Estados Unidos, Inglaterra y España.

También generador de otra gran revolución en la Argentina, como lo es jugar y ser campeón con caballos clonados, Cambiaso construyó su imperio y lo alimenta en cada participación. Que no esté en una final en cualquier punto del planeta donde juegue es casi un accidente. Elige buenos patrones (los multimillonarios que financian sus equipos), arma excelsas organizaciones, con caballos y personal, y también selecciona a sus compañeros de acuerdo con el handicap que tenga cada torneo en el que participa. Ha jugado con todos. Ha ganado también con todos. Y sigue, decidido hoy a no irse del polo competitivo sin antes haber triunfado junto con su hijo, Adolfo, más conocido como Poroto, de 11 años. Con quien ya ha compartido equipo en un par de torneos de menor trascendencia.

Cambiaso tiene en su colección cuatro Triple Corona de la Argentina: en 1994 la obtuvo con Ellerstina y en 2013, 2014 y 2015, con La Dolfina, su gran orgullo. La Triple Corona involucra los tres torneos más importantes: Tortugas, Hurlingham y Palermo. No es fácil, pero lo consiguió tres temporadas consecutivas, estableciendo un récord admirable que llegó a 39 victorias seguidas entre 2013 y noviembre de 2016. En Estados Unidos, en un polo de hasta 26 goles de handicap, ya había conquistado la Triple Corona en una ocasión: en 2010, con Crab Orchard, acompañado por otro argentino, Hilario Ulloa.

Ahora le consiguió con Valiente, un triunfo muy especial por la relación que mantiene, desde hace algunos años, con el norteamericano Bob Jornayvaz, y que motivó un festejo inusual, en cueros, revoleando la camiseta, con una efusividad que marca la relevancia que le asigna a cada victoria. Valiente ya había logrado esta temporada los dos torneos preliminares, la CV Whitney Cup y la USPA Gold Cup. Le quedaba la final del Abierto de Estados Unidos, siempre en el IPC de Palm Beach como escenario. Enfrente, como un mini duelo de los cruces en Palermo, Orchard Hill, con Facundo Pieres y Pablo Pieres, dos de los integrantes de Ellerstina. Sin dudas, duelos siempre muy especiales por la gran rivalidad.

Y a pesar de ciertas dificultades durante el desarrollo del cotejo decisivo, ya que Orchard Hill, que defendía el título, llegó a tener ventajas de 9 a 5 con una gran primera mitad de Polito Pieres (convirtió 6 goles en el partido), Valiente nunca se entregó, pudo equilibrar el encuentro en los chukkers finales y forzó a un período de desempate tras la igualdad en 12. En el alargue, Diego Cavanagh marcó el gol de oro para la consagración. Cavanagh y Matías Torres Zavaleta (elegido MVP del cotejo por los orgamizadores) fueron los otros dos argentinos que acompañaron a Cambiaso en el equipo acaparador de trofeos de la temporada 2017 de Palm Beach, en Florida.

Un desenlace que no tuvo grandes momentos de polo, sobre todo por las numerosas interrupciones por foules, pero sí mucha tensión a la hora de dilucidar quién sería el campeón. Incluso, Cavanagh, una de las figuras de la final con sus 7 goles convertidos, dispuso de un penal de 40 yardas para sellar el partido en el último chukker y lo falló. Lo mismo Facundo Pieres, con un 60 yardas. La diferencia con Cavanagh fue que después encontró su revancha. Un instante que no olvidará.

Mientras tanto, a nadie le llama la atención que el nombre de Cambiaso vaya acompañado del vocablo campeón. Sucede desde hace más de 20 años. Y él tampoco se cansó. Se retroalimenta de gloria. Un crack insaciable.

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