Ganadores ya de torneos importantes, Lolo e hijos parecen abrir una dinastía; «ojalá sean millones de veces mejores que yo», dice el padre.
Los chicos llegaron del colegio Las Cañuelas y almorzaron. Queda un rato para charlar antes de que empiece la práctica en La Natividad, donde jugar al polo es cosa de todos los días. El campo de los Castagnola, ubicado frente a La Dolfina, en Cañuelas, es la escuela deportiva donde se forman Bartolomé, o «Barto», y Camilo, o «Jeta», con 15 y 13 años. Benicio, a los 11, se prende a veces. Todo es dirigido por los gritos de Bartolomé, o «Lolo», que se retiró hace dos temporadas de la Triple Corona con 7 títulos de campeón argentino en Palermo y un pasado de 10 goles de handicap. Hoy, a los 46 años, se encarga de preparar a sus hijos para el más alto nivel.
Contexto no les falta a los chicos. Tienen cría de caballos (prefijo «Chalo») y una cultura polística que nace en su padre y se extiende a su tío, al que ellos llaman «Adolfito» y su papá menciona como «Cambiaso». Y la cosa camina, porque Barto ya anda por los 4 goles, y Camilo, por los 2. Lógico, si en abril se dieron el gusto de ganar con Lolo la Copa República Argentina. Y los premios a los mejores ejemplares fueron para yeguas a las que los chicos vieron recién nacidas, luego destetadas y más tarde correr con ellos en la cancha más importante del mundo. Ya en septiembre, también en Palermo, los tres ganaron el Abierto de San Jorge. Y hace pocos días, nuevamente en La Catedral, Barto y Camilo levantaron la Copa Santa Paula, del Torneo Intercolegial. Un año perfecto para los adolescentes.
Heguy, Pieres, Novillo Astrada, Merlos… En un deporte de familias, Lolo quiere formar la suya polística. Su ímpetu y la introversión de sus hijos afloran en las caballerizas. Y se abre la conversación.